Aunque muchos no lo crean, la historia del deporte adaptado es tan antigua como el que se acostumbra a ver en televisión. Prueba de aquello, es que el primer club deportivo para sordos ya existía en Berlín, Alemania, en 1888.
Sin embargo, su masificación llegó luego de la segunda guerra mundial, cuyo propósito era ayudar a veteranos de la guerra y a civiles que habían sido heridos durante ese período. Pero fue en 1944, que el Dr. Ludwig Guttmann abrió un centro de lesiones en la médula espinal en el Hospital Stoke Mandeville de Gran Bretaña, que con el tiempo evolucionó desde el deporte de rehabilitación y luego pasó a la actividad competitiva.
Hoy en Chile, el trabajo mancomunado entre el Comité Paralímpico, asociado a profesionales del área médica, hospitales e instituciones de rehabilitación (caso emblemático la Teletón), ven como sus esfuerzos por fin están dando frutos en el paraolimpismo.
El caso más emblemático es del nadador Alberto Abarza, quien en 100 metros espalda categoría S2, consiguió la primera medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, segunda en el medallero histórico paralímpico tras el atleta Cristián Valenzuela en Pekín 2008. “El deporte paralímpico (en Tokio 2020) ha dado un mensaje de solidaridad, de optimismo, para que el mundo pueda seguir adelante y la gente seguir con sus sueños”, afirmó Valenzuela en entrevista a Efe tras su participación en Japón.
Debido a lo anterior, surge la necesidad de reflexionar en torno al rol que cumple el Estado en el apoyo y formación de deportistas con discapacidad a nivel nacional.
La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de las Naciones Unidas, ratificada por Chile en el 2008, señala en su artículo 30 que los Estados que forman parte tienen que alentar y promover la participación en el deporte de este colectivo en todos los niveles existentes, por ende debe ser una política de Estado de desarrollo de actividades físicas en personas con capacidades diferentes.
“El deporte inclusivo aporta múltiples beneficios físicos, psicológicos y sociales a quienes lo practican. Eso sí de debe mantener intactas sus ventajas tanto desde el punto de la salud, como de la integración social, se debe respetar una serie de fundamentos básicos sobre los que se cimienta”, señala Sebastián Landeros, profesor y preparador físico que ha trabajado con deportistas de alto rendimiento y personas con discapacidad.
Además, agrega: “Valores propios del deporte como la sana competitividad, el esfuerzo y el compañerismo, deben seguir vigentes. Además, tienen que convivir con los ideales de la inclusión y con bases científicas detrás”, afirma.
Si bien nuestro país aún no se puede considerado con un desarrollo inclusivo definido, lo cierto es que existen instancias que por lo menos generan conciencia y que apuntan hacia allá.
En la región del Maule, tres clubes y un establecimiento educacional decidieron, en primera instancia, constituir la Asociación Paralímpica Regional del Maule, que cuenta con el apoyo del Mindep-IND regional.
En ese sentido, la Política Nacional de Actividad Física y el Deporte 2016/2025, del Gobierno de Chile, tiene como principal propósito ampliar la participación de la población a nivel local, regional y nacional en la práctica sistemática de la actividad física y el deporte durante todo el curso de vida en un contexto inclusivo. Del mismo modo, apunta a posesionar a Chile en la alta competencia internacional tanto al deporte convencional como paralímpico. “Espero que otros clubes de la región puedan incorporarse a esta importante asociación regional, y con ello tener una organización sólida en este ámbito para deportistas con discapacidad”, señaló durante la presentación la Seremi del Deporte y ex deportista, Alejandra Ramos.
En tanto, el presidente de la Asociación, Jonathan Mendoza, indicó que “la idea de constituirnos como Asociación es por las necesidades que tienen las personas con discapacidad en la Región del Maule. También por los logros deportivos a nivel nacional e internacional”, dijo.